Golondrinas comunes, aviones
zapadores, vencejos y aviones comunes y roqueros están
muriendo de hambre por millares durante estas últimas
semanas en el tercio Norte de la Península, según
confirmó a este periódico el biólogo de la Sociedad de
Ciencias Aranzadi Jon Etxezarreta.
Los masivos fallecimientos están
ligados a las bajas temperaturas, que han privado a
estas aves de los mosquitos con que se alimentan.
Además, las golondrinas ('Hirundo rustica') y sus
congéneres afrontaban estas semanas el periodo de cría,
por lo que sus reservas de grasa eran muy limitadas.
Para dar idea de la fragilidad de estas aves basta
señalar que pesan entre 15 y 25 gramos y que apenas un
10% de las crías consigue sobrevivir al primer año.
«Estamos viendo muchos ejemplares
muertos en los huecos de los caseríos que emplean para
hacer sus nidos», constata el biólogo. Etxezarreta
confirma también que la mortalidad se extiende por el
País Vasco y Navarra, Cantabria, Asturias y el resto de
la cornisa cantábrica así como por las zonas más frías
del interior peninsular.
De hecho, y como consecuencia del
frío, las golondrinas «han dejado de volar» hace un par
de semanas.
Estas golondrinas llegaron a España
el pasado mes de marzo tras pasar el invierno en el
Norte de África. Con la primavera y la consiguiente
proliferación de mosquitos (llamado plancton aéreo por
los especialistas), las aves se reproducen y realizan
puestas de entre 4 a 6 huevos.
Esta primavera, el ciclo reproductivo
se ha visto interrumpido de forma brusca por la bajada
de temperaturas y la consiguiente desaparición de los
mosquitos que constituyen la base de su alimentación.
«Lo primero que hacen, como defensa, es dejar de
reproducirse. Podemos decir que miles de golondrinas han
muerto ya y que otros miles lo harán en los próximos
días si no suben las temperaturas», alerta Jon
Etxezarreta.
Los ejemplares que sobreviven a su
primer año pueden alcanzar a «vivir dos o tres más»,
hasta un máximo de cinco, explica el biólogo de
Aranzadi. Las parejas reproductoras suelen emplear, año
tras año, el mismo lugar de nidificación e, incluso, el
mismo nido empleado en polladas anteriores.
Hace diez años, la población de
golondrinas del Norte sufrió un episodio similar a
consecuencia de otra ola de frío que azotó el país
durante la primavera. «Es el peor momento porque las
aves están dándolo todo a las crías». Golondrinas,
aviones y vencejos crían en caseríos, casas de campo y
establos. Hoy nos preguntamos con Bécquer, ¿volverán las
oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y,
otra vez, con el ala a sus cristales jugando llamarán?
«Es lamentable, pero es una situación natural», responde
Etxezarreta.